La singularidad de la parafina para tratamientos en caliente reside en su elevada capacidad calorífica y su baja conductividad térmica. En otras palabras, se calienta rápidamente y se enfría lentamente. La temperatura de la piel aumenta entre 1 y 3 °C bajo la máscara de parafina, lo que mejora el flujo sanguíneo y la nutrición de los tejidos y acelera todos los procesos celulares. La piel suda activamente y libera humedad y toxinas. Al no haber ningún lugar por donde pueda evaporarse la humedad (efecto de oclusión), ésta se absorbe de nuevo en la piel. Las moléculas de toxina son mucho más grandes y, por tanto, permanecen en la superficie de la piel. Esto redistribuye el agua de las capas inferiores de la epidermis a las superiores; ayuda a resolver el problema de la sequedad y a mejorar el aspecto de la piel.

El tratamiento con parafina caliente también tiene un efecto drenante y modelador. Está garantizada por el exprimido que se produce cuando se enfría la parafina.

El tratamiento con cera fría también se basa en el efecto de oclusión. La diferencia es que el producto no retiene su propio calor, sino el calor de la piel. Nuestro cuerpo irradia constantemente energía térmica. Es esta energía la que impide que la crema de cera se escape.

Otra característica importante de la depilación con cera fría es que deja una película protectora sobre la piel durante horas después de la sesión. Retiene la humedad y tiene una función de barrera. De este modo, el procedimiento garantiza un cuidado intensivo y duradero de la piel incluso después de finalizado el tratamiento.

Además, la aplicación de parafina potencia el efecto de los productos aplicados debajo. Esto es válido tanto para los tratamientos en frío como en caliente.

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